LOS NADADORES 2011 – 2016
El prólogo a los “nadadores” está en sus “vestuarios”. Se puede pensar, al ver estas obras, que sólo son
continuadoras de temas anteriores, de las escenas de Tránsito que se desarrollaban en salas de espera o en
servicios públicos. Como en ellas, los personajes están juntos, pero ensimismados, y esto permite jugar con la
composición de las figuras en un mismo espacio, realizando variaciones. El mundo del vestuario podría conducir,
también, a la tradición de los bañistas como excusa pictórica, desde la mítica (por invisible) Batalla de Cascina de
Miguel Ángel a la experimentación de Cézanne. Todo ello justificaría, sin más, los vestuarios, pero su condición real
es de antesala.
Este prólogo da paso a un mundo sorprendente, que va complicándose y volviéndose cada vez más esotérico,
aunque más simple en términos visuales. La primera extrañeza se produce cuando observamos las piscinas públicas,
donde los nadadores hacen sus largos, cada cual en la soledad de su calle. Las piscinas cubiertas cuentan con
grandes ventanales sobre paisajes abiertos. En un sueño, la piscina urbana se traslada al campo. Y desde el campo,
hay unas vacas que contemplan a los nadadores. A partir de esta imagen, es otro el mundo que se abre. Las vacas se
alejan y nuestra imaginación, o nuestra alma, va con ellas. La senda de los nadadores, paralela a la que abren las
pezuñas de los animales, conduce al mar. Allí sobre las rocas, construida sobre un curioso andamiaje, como el
molino de Bruegel, se hallará La ciudad de los nadadores………
( Extracto del texto de Alejandro Ratia, con motivo de la exposición LOS NADADORES )
OBRA
OBRA GRÁFICA